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Aprendiendo a olvidarte

Cuando me dicen que tengo que olvidarte, es cuando más te recuerdo, y cuanto más me dicen que no me convienes, más quedo pensando en ti. Soy consciente de que es cierto: no me haces ningún bien, pero no puedo evitar quererte como te quiero. No puedo borrar de una pincelada todas las cosas que hemos pasado juntos, he leído revistas de autoayuda, médicos, y todo lo necesario para salir adelante y no podía, era como que me ponían cemento en los pies y no me podía mover. Aunque me tratabas como basura ahí seguía yo, esperando algún milagro que te hiciera cambiar.

Pasó el tiempo, seguí siendo la mujer que cumplía tus necesidades, la que siempre perdona, la que siempre espera a que vengas a verme, y así me fui perdiendo y aniquilando como persona, pues sólo miraba por ti y a través de ti. Sabía que estaba mal, que no me respetaba… pero estaba tan emocionalmente acabada que ya ni sabía lo que era el respeto propio. Yo era tu marioneta, aquella mujer a la que a veces le tocaba la suerte de que me vinieras a ver o recordases que existía, algo que ya era un hábito en mí, el llorar esperando que me llamaras o vinieras a casa.

“Estoy perdida, sé que él no se merece que le ame pero, ¿cómo me arranco este amor del corazón?, ¿cómo le pido a mis ojos que detengan sus lágrimas cuando lo único que deseo es llorar por no tenerlo como yo quisiera?”

Había pasado muchas noches leyendo revistas, muchas noches tratando de concienciarme que no te merecías nada de mí. Pero a la hora de la verdad, cuando llegabas me olvidaba de todo lo que había sufrido y corría a tus brazos para que me regalaras un poco de tu tiempo, y eso me bastaba, me convertí en menos que la basura que había en mis zapatos. No tenía dignidad, y mucho menos orgullo, pero ¿quién le dice al corazón de esas palabras? Yo sólo sabía que te amaba y que no podía vivir sin ti, todo lo que me decían me entraba por un oído y me salía por el otro porque yo confiaba en ti, no en todas esas personas extrañas que me decían que estaba mal, que mi relación no era sana.
Yo no lo podía comprender, estaba en un hoyo del cual yo misma rehusaba salir, porque si dejaba que mi otro yo aflorara no te vería más.Evitaba confrontaciones, sólo quería palabras bonitas y que la casa estuviese perfecta para que al venir te sintieras a gusto. Pero durante tus largas ausencias me fui enfermando de tanto esperar, ya no era ni la sombra de lo que habías conocido, lo había perdido todo, me aislé de todos l

Fue tanto el desgate de la relación que caí enferma, tú no apareciste por ningún lado. Todo estaba acabado para mí, sin ti ya no quería vivir, no podía ni respirar si no estabas tú, era dependiente de ti, total y absolutamente de ti.
o que me hablaban mal de ti, porque tú para mí eras mi mundo.

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